“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo… Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo..” Lc 14.26-27,33.
Al analizar la forma en que Jesús hizo discípulos, podemos notar tres cosas como requisitos: relación, instrucción y compromiso total. Hoy analizaríamos ésta última.
Para poder ser sus discípulos debemos mostrar lealtad absoluta a Cristo poniéndolo como prioridad en su vida sin que nada pueda estar antes que Él o sobre Él (Mt 6.24). El discípulo de Cristo debe además, rendir el señorío de todos sus bienes (no solo los diezmos) a Él (Salmo 24.1, Lc 14.33). Si alguien no está dispuesto a pagar el precio, Jesús dice que es como aquel que edifica una torre sin terminarla y se vuelve objeto de burla (Lc 14.28-29) o como la sal que pierde su sabor y no sirve para nada más (Lc 14.34-35).
Me gustaría analizaras la siguiente pregunta ¿Qué significa renunciar a todo lo que poseemos como requisito para el discipulado?
