Jesús antes de irse al cielo, dejó «La Gran Comisión» de ir y hacer discípulos a todas las naciones, para ello es necesario que nosotros mismos primero seamos discípulos.
La raíz de la palabra “discípulo” significa: aprendiz, seguidor verdadero, que se involucra para llegar a ser como el que sigue. El libro “La iglesia relevante” define discipulado como: “Un proceso de enseñanza-aprendizaje, con el propósito de ser y hacer como Jesús, este proceso requiere de relación entre el mentor y el aprendiz”, por eso Jesús dijo “…hacer discípulos, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…’ (Mateo 28:19).
Esta enseñanza debe ser congruente a lo que vivo, por eso Pablo decía “Imítenme a mí, así como yo imito a Cristo” es decir, el mentor también camina para imitar a Cristo.
Efesios 4:13, nos enseña que este trabajo debe continuar hasta que seamos maduros como Cristo y lleguemos a modelar hacia otros el carácter de Cristo. Juan 14:12 nos dice “…les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará y aún mayores hará”, así que el discipulado es llegar a ser más como Cristo y a hacer las cosas como Cristo.
Jesús escogió a sus discípulos invitándoles “Si alguno quiere ser discípulo de Jesús tome su cruz cada día, niéguese a sí mismo y sígalo” y ellos aceptaron y se comprometieron con “La gran comisión” (Mateo 28:20), siendo necesario alguien que nos discípulo y alguien a quien discipular.
Los niveles del proceso de discipulado: Pablo formó a Timoteo, este escogió hombres fieles y éstos a su vez buscaron otros que acababan de empezar, todos avanzando y el proceso continúa.
Jesús escogió sus 12 discípulos, pareciera que fue equivocadamente porque allí había dos que les decían los hijos del trueno, un incrédulo, un ladrón, un impulsivo que lo negó y lo entregó; pese a estas deficiencias Jesús los escogió y discípulo, al igual que a nosotros sin ver las apariencias, sino viendo el corazón y su potencial y con esa actitud debemos nosotros ver a las personas que están viniendo a la iglesia, conscientes que Dios perfeccionará su obra. (Filipenses 1:6)
Adentrémonos al proceso enseñanza y compromiso pensando ¿Quién me discípula? y ¿A quién discípulo? si falta alguna respuesta te animo a que ores al Señor y regreses al discipulado, pues Dios nos llamó a imitarlo y a formar a otros. ¡Bendiciones! (Héctor Morales)