“Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.” Hechos 1.8 NVI.
“Un ángel del Señor le dijo a Felipe: Ponte en marcha hacia el sur, por el camino del desierto que baja de Jerusalén a Gaza. Felipe emprendió el viaje…” Hechos 8.26-27 NVI.
Jesús fue muy claro al mandar que el evangelio se predicara en círculos concéntricos, cada vez mas amplios. Empezarían en Jerusalén, después seguirían en Judea, luego en Samaria y por fin, hasta lo último de la tierra.
Ante la persecución, los primeros cristianos se esparcieron y llevaron consigo el evangelio. Jesús había dejado en claro que el evangelio debía predicarse no solo a los judíos en Jerusalén sino también a los gentiles (todos los no judíos) en todo el mundo.
Ir a la tierra de los samaritanos implicaba cruzar una línea cultural significativa. Los judíos consideraban a los samaritanos miembros de una clase inferior y mestizos porque descendían de judíos que se habían casado con gentiles. A pesar de las barreras culturales, Felipe proclamó el evangelio a los samaritanos.
¿Qué nos dice esto de la conexión entre el crecimiento espiritual personal y predicar las buenas noticias de Jesús?