“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Isaías 53.12.
“Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes.” Sal 22.18. “Me pusieron además hiel por comida, Y en mi sed me dieron a beber vinagre.» Sal 69.21.
A lo largo de su ministerio de enseñanza, Jesús aludió a Su muerte varias veces mientras hablaba con sus discípulos. Pero los discípulos no entendían esto que les decía. Para ellos era el Mesías que reinaría sobre un reino terrenal y para llevarlo a cabo no podía morir.
Después de un poco mas de tres años de ministerio, Jesús se dirigió a Jerusalén sabiendo que lo colgarían de una cruz en menos de una semana. Jesús cumplió las profecías del Antiguo Testamento sobre muchos detalles de la forma en que moriría y el porqué de Su sacrificio.
Injustamente condenado a muerte, Jesús tomó por voluntad propia Su cruz y sufrió el juicio que nuestros pecados merecían. La crucifixión de Jesús es el centro de la historia, con ella completó la obra que el Padre le había encomendado: entregar Su vida en rescate de muchos.
¿Con el regalo tan grande que Dios nos dio a través del sacrificio de Jesús para tu vida como crees que debemos honrarlo?