“Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.” Mateo 28.19-20 NVI.
“Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.» Hechos 1.8 NVI.
Antes de que Jesús ascendiera al Padre, comisionó a Sus discípulos para que salieran al mundo e hicieran discípulos en todas las naciones. Bajo la autoridad de Jesús y con el poder del Espíritu Santo, hacemos discípulos a todas las personas, mientras anticipamos el regreso de Cristo.
Los discípulos se transformarían en testigos de la historia de la muerte y resurrección de Jesús, y continuarían con la misión de Dios de bendecir a todas las naciones de la tierra.
Los discípulos necesitamos el poder de Dios para cumplir la comisión de Jesús. El Espíritu Santo nos da la energía que nos permite superar temores y hacer lo que el Maestro nos ha mandado: Ser Sus testigos.
¿Porqué era esencial que los discípulos esperaran al Espíritu Santo antes de lanzarse a cumplir la misión que Jesús les había dado?