“En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor.” Jueces 21.25 NVI.
“…los ancianos de Israel y fueron a Ramá para hablar con Samuel. Le dijeron: «Tú has envejecido ya, y tus hijos no siguen tu ejemplo. Mejor danos un rey que nos gobierne, como lo tienen todas las naciones.» 1 Sam 8.4-5 NVI.
“…el Señor le dijo: «Considera seriamente todo lo que el pueblo te diga. En realidad, no te han rechazado a ti, sino a mí, pues no quieren que yo reine sobre ellos.” 1 Samuel 8.6 NVI.
Después de establecerse en la tierra prometida, el pueblo también se estableció en un estado de anarquía espiritual y cada persona determinaba su propia verdad y su propio camino (Jue 21.25).
El pueblo de Israel rechazó a Dios como su Rey y exigió un rey humano para parecerse a las naciones que lo rodeaban (1 Sam 8.4-6), a pesar de las advertencias divinas. Dios le dio a Su pueblo a Saul que no confió en el Señor ni le obedeció.
Israel necesitaba un rey que confiara en Dios y le obedeciera plenamente para establecer un reinado duradero. Jesús es ese Rey.
¿En qué se asemeja la actitud del pueblo de Israel a la actitud de las naciones hoy día?