Estamos siendo bombardeados por la identidad de género, sabemos que está prácticamente queriendo entrar a nuestros hogares, queriendo entrar a nuestros sitios de trabajo, a nuestra sociedad y hasta queriendo entrar la misma iglesia, nos lleva a tener que tomar acciones de decir: yo soy tolerante, pero las cosas las tengo que decir claras. Esa ideología no es otra cosa que una manifestación de pecado y como pecado tiene una única solución “La salvación de Cristo Jesús”. El conocer y reconocer a Jesucristo como único Salvador Redentor hace el cambio transformacional.
Si nosotros estamos muy pasivos, sino nos damos cuenta de repente vamos a empezar a ver que dentro de nuestro mismo hogar van a aparecer cosas que no están dentro de ese orden divino. Pero nosotros tenemos que tratarla, tenemos que tomarnos el tiempo para decir no. No para rechazar, no para juzgar, no para criticar porque eso no fue lo que hicieron con nosotros. A nosotros nos amaron, nos recibieron, nos dieron el mensaje de salvación, nos demostraron que nuestro corazón podría ser lleno por ese mensaje transformador y el fruto de eso es que hoy por hoy estamos aquí, pero no nos toleraron que siguiéramos en esa vida de pecado; estamos reunidos siendo testigos vivos de que Dios existe y que Dios puede sanar y transformar la vida.
El reto es conocer que la identidad de genero no es algo que se transmita; no es algo que esta en el plan de Dios; no es algo que se pegue y que se herede, sino que es algo que surge de una percepción y que nos lleva a tomar decisiones probablemente no muy buenas. Pero que nosotros estamos llamados a llevar esa restitución, a poder decir las cosas como son y en el mejor de los casos a hacer que esta persona que esta confundida con esa identidad de género logre encaminarse al propósito por el cual fue creado: Alabar y glorificar la poderosa presencia de nuestro Señor Jesucristo. (Dr. Jorge Alvarado)
Marcos capítulo #15
En la primera sección del capítulo 15 de Marcos, Jesús es llevado ante Pilato y es sentenciado a muerte. Marcos 15.1-5 y 15.6-20. Jesús es