“El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable.” Malaquías 1.7-8 NVI.
“Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.” Malaquías 3.7-8 NVI.
Aunque el pueblo era consciente del pecado que lo había llevado al cautiverio, aun así no podría cumplir con la ley con la cual se había comprometido. Ellos seguían viviendo con corazones viejos y necesitaban el nuevo corazón que prometía el nuevo Pacto. Con el tiempo, el pueblo se mantuvo alejado de la idolatría del pasado, pero sus corazones se alejaron de Dios de una manera diferente. Una adoración superficial que, aunque quizá alcanzaba una medida de obediencia externa, sus corazones seguían estando lejos de Dios.
Tristemente el profeta Malaquías tuvo que comunicar su mensaje porque la adoración del pueblo se había echado a perder. Se concentró en el fracaso de los sacerdotes, pero los sacerdotes eran un reflejo del pueblo: a todos les faltaba la adoración sincera que Dios demandaba.
Después de Malaquías, la palabra profética escrita de Dios estuvo en silencio durante 40años. Malaquías profetizó sobre un mensajero que prepararía el camino para que el Mesías trajera el Reino de Dios. Este mensajero sería Juan el bautista que preparó el camino parala llegada de Jesucristo.
¿Qué relación hay entre estas acciones y el corazón detrás del acto de adoración?
