“Naciones, escuchen la palabra del Señor, y anuncien en las costas más lejanas: El que dispersó a Israel, lo reunirá; lo cuidará como un pastor a su rebaño. Porque el Señor rescató a Jacob; lo redimió de una mano más poderosa. Vendrán y cantarán jubilosos en las alturas de Sión; disfrutarán de las bondades del Señor»” Jeremías 31.10-12 NVI.
“Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel afirma el Señor: Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.” Jeremías 31.33 NVI.
“Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados.” Isaías 53.4-5 NVI.
Dios cumple sus promesas. Cumplió a sus promesas a Noé, Abraham, Moisés, David y la nación de Israel. Pero también fue fiel a su promesa de juzgar a Su pueblo como resultado de su idolatría. El pueblo fue conquistado y deportado y ahora eran extranjeros en tierra extraña. Pero incluso en la hora mas oscura, Dios quiso que Su pueblo viviera con esperanza para el futuro.
Antes del exilio, Dios levantó a profetas como Isaías y Jeremías para advertir al pueblo que se arrepintieran. Hablaron de la destrucción inminente (que efectivamente vino a causa de que no se arrepintieron) pero también sus profecías hablaban también de una esperanza y un futuro que Dios había planeado para Su pueblo.
Tanto con Isaías como con Jeremías la liberación y la salvación del pueblo eran algo distinto a lo que ellos esperaban. Su libertador no sería político, sino espiritual y su salvación sería un rescate de la esclavitud de pecado y de la muerte.
¿Porqué esta profecía es tan alentadora para el pueblo de Dios y como se puede aplicar al presente?
